Un minuto de silencio

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Mi abuela se encuentra de vacaciones con nosotros, y a raíz de la portada del Jueves, de una u otra forma, salió como conversación la época de la posguerra española, y creo que merece unos minutos en este blog, o por lo menos, un minuto de silencio...
Apuntes de la guerra y posguerra española, por Bellazmira:
-Recuerdo cuando pequeña, que detrás de casa había un corralón abandonado, en el cual fusilaban a los detenidos republicanos los falangistas. Mi tío me cogió en brazos, ante mi insistencia de ver lo que allí sucedía, viendo como en el muro, una ristra de soldados esperaban a su fin. Lloros y penas. Imagen macabra.
-Había una pareja encantadora frente a el parque de la Florida, eran muy guapos ellos, todo el mundo los conocía y se percataban de ello. Un día asomaron a su puerta los falangistas, queriéndose llevar al hombre. Su mujer entre gritos y sollozos suplicó que no lo llevaran, no había hecho nada, no luchó en la guerra... Su mujer acabó loca y muriendo de pena.
-Un tío mío, avisado por un amigo de que irían en busca de él, se refugió en casa de mi madre, escondiéndose entre plantas y aguas a punto de ahogarse, puesto que llegaban los nacionales. No iban por él, iban a reclutar militares.
-Otro conocido, no quiso matar a un amigo ante la insistencia de los soldados, y eso le llevo a la muerte. En el camión pudo escapar, con la mala suerte que se rompió una pierna y fue nuevamente detenido....
Hay muchas historias como esta, tanto de un bando como de otro, aunque lo cierto e inexcusable es que se produjo un golpe de estado. Mi abuelo era falangista, muy joven lucho en la guerra (16 años), y seguro que no lo paso nada bien tampoco...
Mucha envidia, dice mi abuela, mucha envidia es lo que había. Mucha maldad, diría yo, mucha ira, que es bueno destapar ahora, aunque halla muchos que no quieran admitirlo.
Las cosas, por enterradas, no van a desaparecer, y hay que hacer frente a ellas y buscar soluciones. Aún después de 71 años.